Aquella Europa atormentada

Aquella Europa atormentada

Nuestro país ha dado lugar a personajes extraordinarios. Uno de ellos es sin duda el médico humanista segoviano Andrés Laguna de familia judeoconversa (1510). Estudió artes en Salamanca y se graduó en medicina en París, también se formó en lenguas clásicas. Varios de sus biógrafos mantienen que fue profesor de las universidades de Alcalá y de Toledo, y el emperador Carlos V y el papa Julio III le nombraron su médico personal. Se doctoró en la Universidad de Bolonia y trabajó en media Europa como médico, botánico, farmacólogo, escritor, traductor…

Le traemos a estas líneas porque el rector de la Universidad de Colonia le encargó un discurso sobre lo que le acontecía a Europa. En su “Discurso de Europa”, que él mismo representó de forma teatralizada ante el claustro universitario repleto de los principales nobles y príncipes eclesiásticos y seglares de la época, el 22 de enero de 1543, llama a la concordia y a la paz de una Europa en continuas guerras por el poder y la religión que solo acarreaban hambre, peste y muerte. Laguna veía a Europa como un ente cultural y político que estaba llamada, a pesar de las rivalidades y diferencias, a conquistar el mundo y la modernidad. Pero en aquel momento era pesimista y veía cómo Europa “míseramente a sí misma se atormenta y lamenta su propia desgracia”. El texto fue escrito en latín y después publicado y muy leído en toda Europa. Recientemente, ha sido traducido al castellano y una compañía de teatro segoviana (Nao d ́amores) lo representa lleno de sensibilidad artística y de sentimiento europeísta.

Y si Europa estaba así era por algo. Europa hunde sus raíces en las culturas griega y romana, que se enfrentan entre sí. Más tarde, llegan los pueblos germánicos que se extienden de norte a sur, acompañados de las correspondientes batallas. Tampoco se puede obviar la invasión árabe, de sur a norte. La llegada del Renacimiento no aplaca los ánimos y también se enfrentan las principales monarquías entre ellas. La reforma de Lutero trajo consigo también numerosos conflictos. La Ilustración hace su aparición y con ella la revolución francesa, la invasión de España por los franceses, la revolución industrial inglesa… Ya en el siglo XX las dos guerras mundiales y la revolución rusa. Guerras y conflictos que generan bastantes millones de víctimas mortales.

Ante este panorama, la creación de una nueva Europa tenía que llegar. Desde el final de la devastadora 2a guerra mundial (1945) hasta nuestros días se produce el periodo más largo de paz en Europa. Hoy 9 de mayo se celebra el día de Europa para conmemorar el germen de la actual Unión Europea, que fue la creación en 1951 de un organismo supranacional para administrar el carbón y el acero: la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (CECA). La CECA dio lugar al Tratado de Roma para crear el Mercado Común Europeo con sólo seis países miembros (1957). A lo largo de los años se fue ampliando el número hasta llegar a 28 (27 sin el Reino Unido), para conformar la Unión Europea. Europa es en la actualidad una de las regiones más próspera del planeta, donde el progreso y el desarrollo intentan garantizar el bienestar de los 510 millones de europeos, pues somos la región que mayor porcentaje del PIB dedica al estado de bienestar, el 30%. Además, Europa es el ente político supranacional más solidario en cooperación al desarrollo del mundo y aporta ella sola por encima de la mitad de la ayuda total.

Para poder ser admitido como país miembro es necesario acreditar valores como la libertad, la democracia, la igualdad, el respeto al estado de derecho y a los derechos humanos: tan fácil de decir como difícil de cumplir. Una vez dentro, se convierte en coprotagonista de las políticas que son el ADN europeo, políticas sobre el conocimiento y la educación, la innovación tecnológica, el aprovechamiento de la energía, la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible, la cohesión territorial, la cohesión social… y, lo que es más importante, todo ello aderezado de paz, de seguridad, de solidaridad económica y social, de identidad y diversidad europeas con valores humanitarios y progresistas. Pero todo hay que decirlo, hay países como Noruega, Suiza y Liechtenstein que no han querido entrar y otro como el Reino Unido que acaba de salir.

España es país miembro desde 1986 y en su gran desarrollo de estas últimas décadas ha tenido bastante que ver la UE. Se da la circunstancia de que somos receptores netos de ayudas, ya que recibimos más de lo que aportamos a las arcas europeas. Aunque las políticas comunes se surten de un pequeño porcentaje del PIB total europeo, no más allá del 1,06 %, han servido para que los países receptores netos hayan podido mejorar sus infraestructuras, invertir en I+D+i, ayudar a los agricultores, mejorar el medio ambiente, proteger a los consumidores, aumentar las ayudas sociales etc. Navarra no ha sido ajena a estas ayudas y mejoras. La sociedad navarra es consciente de lo que ha supuesto pertenecer a un club de países que fomenta la igualdad, el progreso, la solidaridad y la paz. ¿En qué se parece esta Europa a la de hace unos siglos? ¿Y a la de hace 70 años?

Antonio Purroy Unanua es ingeniero agrónomo y miembro de Sociedad Civil Navarra

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