El 1 de mayo, Día del Trabajo, es una jornada emblemática para el movimiento sindical en casi todos los países del mundo. El Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en el año 1889, fijó la fecha como homenaje a los llamados Mártires de Chicago.
Las condiciones laborales en la ciudad norteamericana eran realmente precarias y tres años antes, precisamente el Primero de mayo, la movilización y huelga de un grupo de sindicalistas norteamericanos encabezados por el periodista Adolf Fischer para conseguir una jornada laboral efectiva de ocho horas, había terminado con su condena y ejecución en la horca. Su participación en la sangrienta revuelta conocida como la Revuelta de la plaza de Haymarket había finalizado con una decena de muertos, múltiples heridos y la encarcelación de numerosos activistas.
En Estados Unidos y Canadá la fecha se trasladó al primer lunes de septiembre por miedo a que el movimiento socialista se viera reforzado y la jornada pasó a llamarse Labor Day.
Como dato curioso, España fue el primer país de Europa que aprobó mediante un decreto la jornada de ocho horas, aunque el 1 de mayo dejó de celebrarse como tal durante la dictadura militar de Primo de Rivera (1923-1930) y de Franco.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el aumento de poder de los partidos de izquierda en Europa y las exaltaciones de países comunistas como la Unión Soviética, lograron que el Primero de Mayo adquiriera mayor protagonismo.