Breve historia del tabaco

Breve historia del tabaco

¿Sabías que el tabaco se empezó a cultivar en la zona andina de Perú hacia el año 3000 a.C.? Después su cultivo se fue extendiendo por toda Centroamérica con la cultura azteca y maya. Se consumía de muchas maneras: fumado, mascado, esnifado, como infusión, en cataplasma, etcétera. Los investigadores afirman que la palabra tabaco deriva de tobago o taboca, un tubo en forma de Y con dos orificios para inhalar el humo por la nariz que era usado por los indios taínos.

El primer contacto de un europeo con el tabaco se produjo con la llegada de Colón a tierras americanas. Los cronistas de la época que describieron el encuentro de Cristóbal Colón con los nativos, relataron cómo se le acercaron en canoas y le ofrecieron diversos obsequios, entre los que se encontraban unas “hojas secas que desprendían una peculiar fragancia”. Como curiosidad, diremos que Rodrigo de Xerez fue el primer hombre europeo que fumó tabaco: según cuenta la leyenda, su mujer lo descubrió encerrado en su habitación, echando humo por la boca y la nariz, lo denunció… y el tribunal de la Inquisición condenó al infortunado Rodrigo por brujería, pues solo un ser satánico podía exhalar humo desde su interior.

También se conoce que las primeras semillas de tabaco se introdujeron de forma clandestina en Sevilla en el año 1499… y que los frailes de los conventos y monasterios sevillanos fueron los primeros avezados consumidores en cultivar tabaco para uso propio.

El tabaco fue llevado de modo oficial a España desde 1559 por orden del rey Felipe II, para poder cultivarlo de forma masiva y comercializarlo por todo el Imperio. De hecho, el médico real Hernández de Boncalo viajó a América para estudiar las plantas medicinales y a su vuelta incluyó el tabaco entre las especies que se debían cultivar. Este doctor sembró la primera cosecha oficial de tabaco en una finca cercana a Toledo llamada Los Cigarrales, por el gran número de estos insectos que había allí en verano. Sea del nombre de la finca o de los propios insectos, resulta evidente el origen español de la palabra cigarro y de su variante cigarrillo.

El siglo XVI fue el siglo de la extensión del tabaco y la Corona española tenía la exclusiva. En 1571, el doctor y botánico sevillano Nicolás Monardes describió hasta treinta y seis enfermedades para las que era beneficioso el uso del tabaco. En 1614 Felipe III, viendo el gran potencial económico de la planta, ordenó que todo el tabaco producido en el Nuevo Mundo fuera transportado a Sevilla. Allí se creó la primera Real Fábrica de Tabacos, donde al parecer se liaron los primeros cigarrillos de la historia. Se dice que los estibadores del puerto y los mendigos guardaban los trozos de hojas de tabaco que caían al suelo y luego los envolvían en trozos de papel para fumarlos.

A partir del siglo XVII, el papel fino para liar cigarrillos se empezó a fabricar en Capellades (Barcelona) y Alcoy (Alicante), donde más tarde se usó también para envolver las naranjas. Las papeleras españolas se especializaron en la fabricación del papel fino de arroz, trigo o cáñamo.

España tuvo prácticamente el monopolio mundial del papel de fumar o de encigarrar hasta 1820. Como curiosidad, diremos que en Italia se usaba el término spagnoletta para denominar el cigarrillo, y en Francia el papel de fumar se llamó durante un tiempo papier espagnol.

En Estados Unidos el cultivo del tabaco se desarrolló en el siglo XIX en las fértiles tierras de Virginia y fue la automatización de la fabricación de cigarrillos (1875) la que marcó el declinar del monopolio español. En 1885 la empresa American Tobacco Company se convirtió en la mayor empresa tabaquera del mundo. En 1911, cuatro de cada cinco americanos adultos fumaban, al menos, un cigarrillo al día. Era el comienzo de la Era del Tabaco. Pero esa historia tan curiosa, te la contaremos en otra ocasión.

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