Se abre el telón y el otoñal mes de mayo de estas tierras arranca con el divertido sainete del Hermanísimo y de la Hermanísima. El caso de nuestra B de Barcos, irrita hasta la punzada en la boca del estómago sus airadas declaraciones sobre la excelencia profesional de Hermi Barcos y lo inadmisible de la polémica, “este gobierno no contrata a hermanos, sino a excelentes profesionales”. Toma del frasco, Carrasco. Uxue sólo encuentra la excelencia en casa de su familia. Claro, no sabemos la opinión de los arquitectos que ni siquiera fueron considerados para la adjudicación. Ahora que están tan de moda las consultas populares, a lo mejor se podía organizar una en el Colegio de Arquitectos.
En cambio, en el caso de nuestra B de Berro, la simplicidad de su argumento conmueve hasta la lágrima y la carcajada nerviosa: “desconocimiento de la ley” y “no volverá a suceder”. Pobrecita Berro. Casi dan ganas de darle un besico en la mejilla. No sé ustedes, pero yo me comería a besos a mi hermano o a mi hermana si su dedo foral o municipal me señalara como adjudicatario de algún trabajito público.
Ya lo dicen nuestros mayores: “si es que la vida está muy achuchá”. Y claro, la familia Barcos y la familia Berro no son una excepción y tienen que buscarse los garbanzos, como todo hijo de vecino. Esto explica claramente el enfado-cabreo de nuestra Presi y el mohín contenido de Laura, ambas víctimas del deshumanizado sistema y de la enorme presión mediática.
Estamos convencidos de que la consejera Beaumont y Iulen Urbiola, el responsable y coordinador de Anticorrupción y Buenas Prácticas, saben lo mal que lo están pasando Uxue y Laura y por eso se han mostrado tan comprensivos y discretos. Mientras tanto, los ciudadanos navarros esperamos con expectación aquel anunciado código ético con el que la consejera y el coordinador Urbiola pretendían propiciar la regeneración de la política en Navarra. ¿Regeneración? Como diría Romanones -¿pensaba en Ainhoa Aznarez?-: ¡Joder, qué tropa!