Los símbolos religiosos o de identidad (banderas, escudos, etc.) son importantes para las personas ya que como seres gregarios que somos, necesitamos sentirnos unidos por una religión, un país , una región, un barrio o un equipo de fútbol, por ejemplo. Y por su importancia los símbolos siempre son objeto de ataques agresivos o defensas furibundas.
El problema surge cuando el símbolo se convierte en el centro del discurso, ya que entonces desaparece la razón, y aparece el conflicto.
El sentimiento religioso pertenece a la esfera individual de cada persona y tiene un grado de exhibición pública mediante los símbolos.
Dejar en paz los símbolos religiosos (santos, procesiones, misas, etc.) y los símbolos civiles (banderas, escudos) es la mayor prueba de un alto grado de concordia ilustrada, civilización y civismo en una sociedad madura.
Los actores de la escena pública navarra (políticos, artistas, periodistas etc. ) deberíamos trabajar siempre en esa dirección.