Llegan las ansiadas vacaciones conocidas hoy como Semana Santa (en breve alguien propondrá el cambio a Semana del Equinoccio Primaveral, cuestión de tiempo) y los navarros y navarras, como otros miles de españoles, elegiremos el tren como medio de transporte para desplazarnos a otras ciudades. La Comunidad Foral recibirá, como todos los años, miles de turistas deseosos de caminar por la calle Estafeta, disfrutar del singular paisaje de las Bardenas o recorrer los hayedos interminables del Irati. Y todos, navarros y turistas, compartiremos el chacachá del tren.
¿Cuándo llegará el TAV a la Comunidad Foral? Nadie lo sabe. Y hay algo muchísimo peor: ninguno de nuestros políticos parece preocupado por el hecho objetivo de que Navarra vaya camino de ser una isla en el mapa del Tren de Alta Velocidad en España. Las gafas de colores en verde, rojo y blanco de unos y la sorprendente falta de reflejos del resto, con la crisis como telón de fondo, están consiguiendo que la historia del TAV esté sembrada de plazos incumplidos y dudas sobre la materialización de las obras y el diseño final de la infraestructura.
Los responsables de transporte del País Vasco manejan el horizonte del 2019 como fecha de funcionamiento de la infraestructura -la famosa “Y” vasca- que conectará Bilbao, Vitoria y San Sebastián con tiempos de llegada a Madrid no superiores a… ¡2:15! En el resto de la red nacional se van cumpliendo los calendarios de los diferentes proyectos: León, Zamora, Palencia, Burgos -paso intermedio para acabar el corredor que unirá la meseta con el País Vasco-; Valencia con Castellón y Alicante con Murcia, Sevilla con Cádiz, Granada con Córdoba, etc.)
En Navarra, mientras tanto, del TAV ni se habla ni se le espera. Panem e circenses. Pan y circo. Euskera y banderas. Y mientras tanto, los ciudadanos navarros seguiremos silbando en la vía la famosa canción El chacachá del tren.