¡Fiesta sí, política…según!

¡Fiesta sí, política…según!

El día 7 de Julio de 1983, la página 15 de Diario de Navarra publicó una viñeta de Zulet. No la tendrán ustedes ni a mano ni en la memoria, así que se la describiré. Bajo el epígrafe “¡¡Riau-Riau!!” desfilan, a los acordes de una Pamplonesa que apenas se deja entrever, una sucesión de personajes sanfermineros. El Rey europeo, un toro, un mozo, un alguacil, dos timbaleros, una concejala y un concejal a los que no identifico y el alcalde de entonces, Julián Balduz. Del cuello del toro cuelga un cartel que reza “POR EL CAMBIO DE TERCIO, PARA QUE NO NOS TOREEN”. En la mano de Balduz va otro cartel, en el que se lee “POR EL CAMBIO DE MARCHA, PARA LLEGAR A TIEMPO”. Por lo visto lo del cambio ya sonaba en aquella Pamplona de hace treinta y tres años. Algo tendría que ver, supongo, el avasallador triunfo del PSOE el octubre anterior, con más de doscientos diputados y el lema “Por el cambio”. En fin. Sic transit gloria mundi y treinta años no es nada.
En la misma página del Diario se relatan los incidentes del Riau-Riau del dia anterior. Insultos, amenazas, empujones, magulladuras, tensión, miedo, nerviosismo, preocupación, lanzamiento de objetos, vasos y monedas… todo esto aparece en la narración. A resultas de lo ocurrido el alcalde Balduz manifestó no tener intención de volver al Riau Riau, y declaró, textualmente “Hay grupos que quieren utilizar los sanfermines como plataforma política”. Así figura en un recuadro en la página 16 del número de aquel día.
Los violentos actos que saboteaban la Marcha a Vísperas año tras año son ya historia. La Marcha a Vísperas, desgraciadamente, también. Un acto emotivo como pocos fue a parar al limbo en 1992, antes de que ocurriera alguna desgracia irreparable. Los intentos de resucitación de 1996 (con agresión al alcalde Chourraut incluida) y 2012 (con un agente de la policía herido) solo constataron el hecho de que la violencia de 1983 estaba agazapada esperando saltar. Poco parecían haber cambiado las cosas, después de tantos años, por más que lo pidiera Zulet en la viñeta.
A fecha de hoy ha habido cambios. Varios y serios. De momento, el actual equipo municipal pretende hacernos creer que sus gestiones van a conseguir, por vez primera, unos sanfermines “populares y participativos”. Como si no lo hubieran sido nunca. Como si hasta el advenimiento del alcalde Asirón San Fermín hubiera sido una especie de ópera: unos pocos disfrazados y actuando y los demás atentos, callados y sin pestañear. A base de machacar con las bondades de su particular visión de lo popular y participativo perdemos de vista el verdadero significado de estas palabras, y se nos escamotea la tercera parte en liza, la que de verdad les motiva: la reivindicativa. ¿O se ha acabado ya aquello de “Jaia eta Borroka”?. Popular y participativo era el Riau Riau y no pararon hasta cargárselo. Popular y participativa es la procesión, y no se ha librado ni de incidentes, ni de las atenciones de quien, en marzo de este mismo año, pretendía convertirla en “desfile cívico”.
Bajo el fatigado y tramposo marchamo de “Sanfermines populares y participativos” apenas se esconde la institucionalización de lo que Balduz denunciaba con tino en 1983: la utilización de los sanfermines como plataforma política. La monopolización de espacios festivos (aunque sea a base de concurso, y por lo tanto legal) es una parte importante de la estrategia. En ese sentido, es casi segura la entrega de un número significativo de plazas a “colectivos” afectos a la causa de la construcción nacional.
Las fiestas de San Fermín van camino de convertirse en parque temático y plataforma propagandística de la Euskal Herria alegre y combativa. Lo que percibimos repetidamente en las fiestas de los barrios de Pamplona y localidades aledañas así lo anticipa. Aquí rige lo que Manuel Montero atribuía a las fiestas en el Pais Vasco: que para algunos son “la continuación de la política por otros medios”. Cuando esos “algunos” gobiernan, tampoco es de extrañar que los medios se multipliquen.
“¡¡Fiesta sí, política no!!” se suele corear cuando ciertas barrabasadas pasan a mayores. “¡¡Fiesta sí, política… según¡¡” es lo que nos ha tocado ver durante muchos años, y lo que probablemente seguiremos viendo en los próximos, si lo que he relatado no son sospechas de agorero. Fiesta y solo fiesta es, sin duda, lo que siempre hemos querido los pamploneses de bien. Fiesta acogedora y cordial, que es lo que los sanfermines saben ser como quizá ninguna otra fiesta en el mundo.
Sea como sea, que ustedes los disfruten.

Alfredo Arizmendi

Médico y miembro de Sociedad Civil Navarra

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