El gran patrimonio de la trashumancia

El gran patrimonio de la trashumancia

Que nadie piense que la trashumancia es una tradición reciente, es una costumbre ancestral. La trashumancia es el desplazamiento de los animales en busca de alimentos y de condiciones climáticas favorables. Siempre se han producido las grandes migraciones de animales rumiantes salvajes hacia zonas de pastos frescos y abundantes. Posiblemente, la más numerosa sea la de millones de ñus, cebras, gacelas… que atraviesan el río Mara desde el Serengueti a la reserva Masai- Mara de Kenya –y al contrario-, un gran espectáculo que se sigue produciendo cada año.

La primera trashumancia gestionada por el hombre se produce con el nomadismo a partir de las primeras domesticaciones – ¡hace más de 10.000 años!-, en la que familias y rebaños se desplazaban continuamente en busca de alimento para el ganado, es el primer gran ejemplo del buen trato del hombre hacia el animal.

Lo que se conoce como trashumancia en España es el traslado a pie en primavera de los rebaños de ovejas de raza Merina hacia los pastos tiernos de montaña en el norte (Castilla), y la vuelta en otoño hacia las zonas más bajas y templadas (Extremadura y Andalucía), con unos trayectos largos de unos 800-1.000 km.

El rey Alfonso X El Sabio creó la Mesta (1273) para apoyar a los ganaderos que realizaban esta práctica por el gran valor que tenía su lana para el Reyno de Castilla, también llamada el “oro blanco”. Los rebaños se desplazaban por las cañadas reales (con una anchura de 90 varas castellanas ó 75,2 m), los cordeles, las veredas y los ramales, que supusieron una red de unos 124.000 km en total y unas 421.000 ha de superficie, un gran tejido geográfico que unió y vertebró la España de la época.
Mucho más tarde, en 1501, se promulgó el polémico Derecho de Posesión por el que los ganaderos trashumantes podían disfrutar “de por vida” de los pastos a cambio de una renta vitalicia. Este edicto se abolió en 1786 y, 50 años más tarde, la propia Mesta.

La Mesta llegó a organizarse en 4 asambleas o cuadrillas en las principales cabeceras de las cañadas reales: León, Segovia, Soria y Cuenca. Cada cuadrilla nombraba un Alcalde Entregador que podía ejercer de juez si llegaba el caso. Debido a su carácter recaudador existían los Procuradores –recaudadores- y los Contadores –contables-. Toda la gran organización estaba presidida por el Alcalde Entregador Mayor, nombrado por el rey, que tenía asiento en el Consejo del Reino, tal era su importancia.
De manera regular, entre 3 y 4 millones de ovejas merinas realizaban la trashumancia. A lo largo de las cañadas reales se instalaron los Esquileos, grandes edificios donde las ovejas se esquilaban en primavera, y los Lavaderos para lavar la lana antes de su aprovechamiento industrial. Dada su gran calidad, prácticamente la mitad de la lana producida se exportaba al Reino Unido, Países Bajos, Francia, Italia…, donde era muy apreciada para la industria textil.

En aquella época la lana era la principal materia prima del comercio exterior: quien controlaba su mercado se convertía en la primera potencia mundial, este papel le correspondió a España durante mucho tiempo. Los principales centros textiles europeos dependían de la lana fina española por lo que según la época entre 2.000 y 5.000 Tm de lana salían cada año de los puertos castellanos –Laredo, Bilbao, Fuenterrabía…- rumbo a Europa. En los años de esplendor la corona de Castilla llegó a ingresar hasta un tercio de la recaudación total de los impuestos provenientes de la lana. La trashumancia ha supuesto un gran patrimonio social, económico y cultural en nuestro país.

¿Y qué ha ocurrido en Navarra? Ya el rey Sancho Ga otorgó en el s. IX (882) a los pastores roncaleses el disfrute de los pastos bardeneros; más tarde, los reyes Catalina de Foix y Juan de Albret se lo con-cedieron a los salacencos. Aunque los principales trayectos son de los valles pirenaicos a las Bardenas, de norte a sur, y viceversa, también se diseñaron de este a oeste de recorrido más corto, con lo que Navarra quedaba ampliamente surcada y vertebrada en todas las direcciones. Aquí las vías pecuarias recibían el nombre de Caña- das Reales (40 m), Traviesas, Pasa- das y Ramales, con una menor longitud y anchura que las castellanas.

La trashumancia sigue vigente en Navarra, aunque quedan pocos rebaños que la siguen haciendo a pie. La entrada en las Bardenas en el mes de setiembre se ha convertido en un espectáculo festivo. Este paraje tan singular se convierte en un gran refugio durante el invierno para unas 60.000 ovejas navarras, gracias a la gestión ganadera y ambiental que realiza la Junta General de Bardenas formada por miembros de los 19 pueblos riberos congozantes, junto con los valles del Roncal, Salazar y el Monasterio de la Oliva.

La existencia de la trashumancia ha facilitado que la Navarra del norte y la del sur hayan estado más unidas a través de la economía pastoril y de las uniones familiares. La Asociación de Amigos de las Cañadas de Navarra sigue manteniendo viva la llama de una tradición tan interesante que no debería perderse.

Antonio Purroy Unanua es catedrático de Producción Agraria y miembro de Sociedad Civil Navarra

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