Gure Esku Dago (“Está en Nuestras Manos”) se define como “una dinámica ciudadana que trabaja por el derecho a decidir del pueblo vasco”. Sus principios son sencillos: el primero, somos un pueblo; el segundo, tenemos derecho a decidir; el tercero, es la hora de la ciudadanía. Esta plataforma desempeña, en el ámbito vasco, una función similar a la de la ANC en Cataluña. Por descontado, debe entenderse este ámbito en el sentido amplio que abarca la Comunidad Autónoma Vasca, Navarra y el País Vasco Francés.
Gure Esku Dago realiza diversas actividades. Entre ellas destacan las “consultas ciudadanas”, en las que insta a “tomar la palabra en torno al futuro de Euskal Herria”. Se han desarrollado en sucesivas oleadas, sobre todo en la Comunidad Autónoma Vasca. Estas consultas se convocarán en Navarra en 2019, coincidiendo con las elecciones.
Su propuesta es pródiga en almíbar. En su página web abundan las referencias amables: el respeto, la voluntad, la solidaridad con otros pueblos,la participación, los derechos… El grafismo es estudiadamente naif, y las fotografías son grupales, resaltando el pulso colectivo de la iniciativa. La única fotografía que se sale de lo expuesto es aquella en la que unos recién casados votan para “decidir el futuro de Euskal Herria”. Ni en semejante día se puede dejar de lado la Causa. Con todo, el resultado de las consultas ha sido decepcionante, aunque los resultados hayan sido abrumadoramente favorables al euskoprocés. La contradicción es sólo aparente, y fácil de resolver si se tienen en cuenta los datos relativos a censo y participación.
¿Qué ocurre en una localidad pequeña? El caso de cierto pueblo de la Barranca -que no nombraré- es paradigmático. El 65% del censo participó en la votación, con un 80% de votos afirmativos a la pregunta ¿Quieres ser ciudadano de un Estado Vasco independiente? Claro que eso son tan solo 194 votos. A cuatro pasos, la combativa Alsasua apenas movilizó al 17% de su censo de más de 6.000 personas.
¿Qué ocurre en una localidad grande? El caso de Getxo, en Vizcaya, es paradigmático también. La pregunta fue ¿Quieres que los ciudadanos vascos decidan su futuro político libremente? Votaron afirmativamente 7.950 ciudadanos, el 98% de los que acudieron a las urnas. Un resultado abrumador… salvo porque Getxo tiene unos 80.000 habitantes y la participación fue de un ridículo 12%.
Como vemos, el voto es casi unánimemente afirmativo, y la participación es inversamente proporcional al tamaño de la población. En grandes núcleos la incidencia de la plataforma es marginal. Intentaré apuntar una hipótesis para ambos fenómenos.
Sobre la unanimidad, basta saber que las consultas surgen por iniciativa popular, promovidas por personas y asociaciones que a priori son ya favorables a las tesis sobre las que se pretende consultar a la ciudadanía. No existe una alternativa real, ni existe una campaña real en la que se confronten diversos pareceres. Si una plataforma en favor del derecho a decidir plantea una consulta sobre el derecho a decidir, lo raro es que el resultado sea contrario al derecho a decidir. El portavoz de la plataforma, Ángel Oiarbide jugó con ventaja al decir que le daba igual el resultado, que lo importante era el debate; sabe perfectamente que si algo está fuera de duda es el resultado, y que el debate se centra en cuestiones de detalle.
La influencia del tamaño del censo parece de causa ambiental. Todo pueblo tiene sus zascandiles, gentes con ganas y tiempo capaces de llevarse al huerto a quien haga falta. Póngase a dos o tres de estos a “construir país” en la sociedad, en el bar o en la tienda y afluirá la población a la convocatoria, aunque sea por no oírlos. No debe desdeñarse el “efecto visillo”; cuanto menor es el grupo humano, más intensas las vigilancias, y mayor temor al qué dirán. En un núcleo grande es mucho más sencillo ir por libre. La despersonalización, diversidad y falta de cohesión que se atribuye a la vida urbana tiene el benéfico efecto de un cierto anonimato.
Gure Esku Dago quiere ser una de las manos que han de mecer la cuna del hipotético Estado vasco independiente, del cual se pretende que Navarra sea parte. Con el bagaje anteriormente expuesto aparecerá en Navarra en 2019. Personalmente sé que llegado el momento preferiré elegir el futuro político de mi comunidad en unas elecciones como Dios manda, no en un simulacro disfrazado de consulta popular.
Alfredo Arizmendi Ubanell es licenciado en Medicina y Odontología