Nuestro país debe su identidad al mundo clásico y a su riqueza minera. El Mediterráneo antiguo era muy pobre en metales y la riqueza de las minas de estaño -el bronce es una aleación de estaño y cobre- plata y hierro impresionaron a fenicios, griegos y romanos. Los historiadores griegos clásicos (Estrabón, Polibio…) llamaron a la Península Iberia y los romanos, desde aproximadamente el año 200 a. De C., Hispania, nombres que se usarán casi indistintamente en adelante.
La tesis tradicional atribuyen al río Iber de Huelva y, por otro lado, al río Ebro, el origen de la palabra Iberia. La palabra Hispania correspondería en cambio a un nombre fenicio más antiguo -los fenicios llegaron a nuestro territorio antes que los griegos- que significaría “fundición” , “mina”, algún término relacionado con las minas.
Como curiosidad, diremos que la primera vez que aparece en una fuente escrita el nombre de un término geográfico relacionado con nuestro territorio fue en la Biblia, en concreto en el Libro de los Reyes, datado en torno a 960-922 a.de C., cuando se habla de la ciudad de Tarsis. Esta ciudad podría ser la mítica ciudad-estado de Tartessos cuya ubicación exacta no se conoce con seguridad, pero se cree que pudo estar en la región del bajo Guadalquivir (Huelva, Sevilla).
La Edad Media fue la época de la formación de España como sucedió con otras naciones europeas (Inglaterra, Francia, Polonia, Rusia, Hungría…), con las repúblicas italianas (Lucca, Siena, Pisa, Génova, Venecia, Milán, Florencia), con reinos que ya no existen (Borgoña, Bohemia…).
Trescientos años antes que los Reyes Católicos, el término “España” (Spanie, Hispania, Yspanie, Spanna, Espanya…) se utilizaba ya en el siglo XII para designar una realidad geográfica, política e histórica superior a la de los reinos peninsulares particulares. Por ejemplo, entre 1170 y 1175, en la época del matrimonio de Alfonso VIII de Castilla con la normanda Leonor Plantagenet, la hermana de Ricardo Corazón de León e hija de Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra, aparece en la documentación regia la intitulación de rex Hispaniarum (con las variantes rex Yspanorum, Hispanie rex o Yspanorum rex).