Magia potagia. Adiós a la actual ley de símbolos por obra y gracia de Geroa, Bildu, Podemos y EH-IU… Se abre el telón y llega la Operación Ikurriña a Navarra. Ya nos lo anunció el cartel del PNV en Baluarte durante su weekend pastoril en la tierra de las ovejas descarriadas. La consejera portavoz, Ana Ollo, vuelve a emplear la habitual cosmética lingüística del Gobierno -normalización, convivencia, etc.-, aunque nos tememos que vende ya sólo a los incondicionales, a los forofos, a los amigos y a algún bienintencionado miope que todavía le concede el beneficio de la duda, hasta que la imposición y la decisión unilateral llaman a la puerta de su casa (o de su guardería).
No es necesario recordar el origen de la ikurriña, creada por Sabino Arana como bandera del partido nacionalista vasco. De bandera de partido pasó a convertirse en bandera de la actual Comunidad Autónoma Vasca y a ser un instrumento clave para la politización unidireccional de la identidad de la sociedad vasca.
La estética es fundamental cuando se quiere lanzar un mensaje potente en la aldea global e instantánea de Twitter y Facebook. La imagen de una ikurriña mecida por el viento y colgada en el balcón de un ayuntamiento navarro vale más que mil palabras en horario de máxima audiencia. Y si puede ser en Pamplona y en la Ribera del Ebro, mejor.