Como vamos observando, la educación en España ha ido decayendo hasta cotas insospechadas. Puede resultar sorprendente, pero esto sigue una premisa política indiscutible: crear una masa de hooligans. Si educáramos con pasión a la población española alcanzaríamos un nivel intelectual, cultural y de pensamiento superior e independiente, y eso acarrearía un dilema gigantesco para la clase política actual, incapaz de convivir con una sociedad de raciocinio y reflexión desarrollados.
Por ello, resulta vergonzoso que no sean de lectura obligatoria en secundaria el Quijote de Miguel de Cervantes, las obras de los autores de la generación del 98 como Valle-Inclán, Machado y Unamuno o las obras maestras de los escritores del Siglo de Oro, tales como La vida del Buscón de Quevedo y El perro del hortelano de Lope de Vega. Intento ejemplificar con la literatura española el escaso aprecio que tienen los políticos de nuestro país para que nuestros hijos e incluso nosotros mismos seamos seres capaces de aprender pensando. Para lograr una ciudadanía empoderada debemos invertir en educación, formación y cultura para que cuando acabemos podamos seguir invirtiendo en más educación. La ciudadanía española necesita volver a percibir algo parecido al realismo de Josep Pla de los políticos actuales.