Una desafiante jauría de sudaderas y capuchas negras sembró el caos en el Casco Viejo de Pamplona a última hora del sábado. La pacífica y tranquila tarde de pinchos y paseos se transformó en un episodio de kale borroka ochentera con el agudo ruido de los cristales rotos, los gritos guturales de los atilas abertzales, las carreras apresuradas de los atemorizados ciudadanos y, de fondo, la inconfundible banda sonora de las pelotas de goma de la policía.
Pero no son los años ochenta, los tiempos han cambiado, y la información vuela a golpe de Whatsapp, Twitter, Instagram y Facebook. En un abrir y cerrar de ojos, miles de pamploneses han podido contemplar, atónitos, el espectáculo de guerrilla urbana de los vídeos protagonizados por la manada abertzale del chándal. Y la reacción de los representantes de los ciudadanos se ha tenido que adelantadar al domingo. A través de su cuenta en Twitter, el alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, ha trasladado su “preocupación” y “solidaridad” con los comerciantes y vecinos. En menos de 24 horas, la Junta de Portavoces del Ayuntamiento de Pamplona, ha condenado los incidentes y EH Bildu ha mostrado su “rechazo contundente” por los incidentes.
La retórica “oficial” de Bildu no convence. La esquizofrenia ideológica de sus miembros les está llevando a un callejón sin salida, prisioneros de un totalitarismo conceptual que ahora sus jóvenes herederos de chándal y capucha negra tratan de resucitar. Sentados en los cómodos y bien remunerados sillones de las instituciones democráticas, los ahora cuarentones y cincuentones dirigentes de EH Bildu contemplan como una nueva chavalería abertzale resucita aquellas míticas noches de poteo eta borroka delante de los maderos en Caldera. La educación en el odio tiene consecuencias y los hunos adolescentes de estética abertzale son solo una pequeña muestra.
Claro que no estamos en los ochenta, y si los episodios de guerrilla urbana se convierten en parte del paisaje urbano, el boomerang de la kale borroka será el golpe definitivo para un Ayuntamiento, el de Pamplona, y un alcalde, Joseba Asirón, cuya gestión de gobierno está siendo criticada por muchos, muchísimos ciudadanos, por su incapacidad, su falta de transparencia y sus ráfagas totalitarias. Al tiempo.
Foto: Navarra.com