La lengua es la frontera

La lengua es la frontera

La lengua es el camino hacia la tierra prometida y, tanto se confía en ella, que se la considera el tótem de la vieja religión del nacionalismo. Los nacionalismos que poseen una lengua diferenciada avanzan mucho más rápido que los que no la tienen y esta carencia puede poner en peligro la ansiada meta de la independencia. En la práctica, es muy difícil desgajarse de una gran nación hablando la misma lengua. Cataluña no habría dado el paso que ha dado sin la lengua, sin el catalán.

Existe mucho interés en preservar las lenguas minoritarias como especies amenazadas del ecosistema político y social. Aquí en Navarra se trata del vascuence, del euskera en términos modernos. Para ello se recurre a la riqueza cultural ancestral, al derecho de las lenguas a ser habladas –como si las lenguas tuvieran derechos-, al vehículo de comunicación -como si con el castellano no pudiéramos entendernos-… Todos estos argumentos –excusas- no son suficientes para convencer a la gran mayoría de los navarros para abrazar el aprendizaje de la vieja lengua navarrorum. El aprendizaje del euskera es, además, de una gran dificultad.

En la sociedad actual del conocimiento, del progreso y de la globalización, las gentes prefieren gastar su cupo de aprendizaje de idiomas, en lenguas que le ayuden en la comunicación con gentes de otros países, de otras latitudes, priorizando especialmente las razones de tipo laboral. Casi siempre, se lleva la palma el inglés por razones obvias.

Ante estas circunstancias, el aprendizaje del euskera no avanza en la sociedad navarra al ritmo deseado por los planificadores del nuevo movimiento nacionalista –separatista-, viéndose obligados a poner en marcha estrategias que hagan que la gente se convenza del interés práctico de aprender la lengua. Y ya se sabe que no hay mayor interés que el laboral en una época en la que el paro es tan abundante. La estrategia que mejor funciona es la de ligar el conocimiento del euskera a la posibilidad –¿garantía?- de obtener un puesto laboral en la administración navarra, con el pretexto de que la sociedad navarra tiene el derecho de ser atendida en euskera –una vez más, como si no fuéramos capaces de entendernos en castellano…-. Es lo que se conoce como someter a la población navarra al chantaje del conocimiento del euskera para poder acceder a un puesto laboral en la ansiada administración, un puesto de funcionario, en definitiva, un puesto fijo.

Este chantaje emocional va dirigido fundamentalmente a los padres de los niños que tienen que elegir el modelo educativo para sus hijos, pues ya se sabe que los padres quieren lo mejor para sus pequeños y el futuro laboral es uno de los aspectos que más les preocupa. Aquí nace la verdadera cantera infantil para el estudio del euskera, de familias no alineadas con el movimiento euskaldún, pero que confía en el euskera como herramienta laboral. No son conscientes de que solo un pequeño porcentaje de los niños de hoy podrán optar a un puesto en el sistema público navarro del futuro. Les engañan.
Lógicamente, esta hoja de ruta tiene su culminación en los baremos que se elaboran para cubrir las plazas de funcionario en las oposiciones de la administración foral, donde la valoración del euskera es desproporcionada frente a los méritos de conocimiento de la especialidad objeto de la plaza, incluidos los idiomas extranjeros.

Pero no acaba aquí la discriminación positiva hacia el euskera, pues además se conceden ayudas y subvenciones para aquellos colectivos que “vivan en euskera”. Otro nuevo chantaje acompañado de discriminación social, que sale del presupuesto de todos los navarros.
Curiosamente, el mercado laboral externo a la administración, el de las empresas, que es muchísimo más elevado que el funcionarial, casi nunca demanda el euskera como mérito para obtener el puesto. Una prueba más de la superficialidad con que se alienta el desarrollo del euskera en Navarra
Muchos navarros se dan cuenta de las intenciones del cuatripartito -que gobierna la Comunidad Foral y el ayuntamiento de Pamplona- en un tema tan sensible como el euskera y se revelan contra ellas. Aunque parezca una obviedad, la gente no es tonta. Además, no les hace ninguna gracia que se empleen medios desproporcionados del erario público para el fomento forzado del desarrollo del euskera.

Con todo ello, se subvierten los dos objetivos nobles del aprendizaje del euskera: la riqueza cultural ancestral y la utilización como vehículo de comunicación, que saltan por los aires a cambio de conseguir el aprendizaje forzado del euskera, prometiendo el paraíso del mercado laboral.
Se trata de hacer públicos estos hechos que van en perjuicio de una gran mayoría de navarros. Y como lamentablemente esta deriva pro-euskera no se va a modificar, más al contrario, se va a acentuar en los próximos meses, los votantes navarros tendrán una razón más para elegir con conocimiento y responsabilidad el color de su voto en las próximas elecciones autonómicas y municipales (2019).

Una lengua tan bella como el vascuence que se ha hablado con normalidad en el tercio norte de Navarra, se quiere extender artificialmente por el resto de la Comunidad Foral. En el hipotético caso de que se consiga, el siguiente paso será utilizarla como vehículo para la construcción de la nación vasca, Euskadi y Navarra, para, una vez agrupados, se pueda dar el paso hacia la independencia de Euskalerría. Ese día, que esperamos que no llegue nunca, Navarra dejará de existir como tal y pasará a ser un ente menor de la gran nación vasca.

La lengua es el camino. La lengua es la frontera. La lengua es la nación. ¡La lengua es el euskera!

Sociedad Civil Navarra

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