La semana que estamos viviendo es la semana de Javier que, sin lugar a dudas, ha sido el navarro más importante de la historia de nuestro reino. En 1621 la antigua Diputación del Reyno le nombró patrono de Navarra, a quien en 1657 se le unió San Fermín por un Breve del papa Alejandro VII, por lo que desde entonces Navarra tiene 2 copratronos: Javier y Fermín. Javier fue canonizado en 1622.
Esta semana se materializa en la novena de la Gracia (del 4 al 12 de marzo) creada en 1634 para conmemorar la canonización del santo, que ha perdido mucha fuerza con los años, y en la Javierada, que en la actualidad tiene dos variantes: la clásica que tiene su origen el 10 de marzo de 1940 (hay quien la sitúa en el 4 de marzo de 1886 en acción de gracias porque Navarra logró superar la epidemia de cólera del año anterior) y la mal llamada de “las mujeres”, que arrancó en 1970; ambas, lógicamente, no hacen diferencia de sexo, una se celebra el primer domingo y la otra el segundo.
La Javierada no sólo aguanta el tirón de los tiempos, sino que se ha convertido en un paradigma de nuestra tierra. Da gusto ver cómo cada año se tiran a la carretera y a los caminos miles de personas –navarros y de fuera- para gozar de un acontecimiento que tiene todos los ingredientes positivos: religioso, deportivo, familiar, social, lúdico…
La Javierada como la vida misma se ha dulcificado con los años. La ropa y el calzado utilizados por los “peregrinos” son mucho más cómodos y seguros que hace unas décadas. La protección civil de las gentes es tanta que se ha convertido en excesiva. Los voluntarios son tan generosos que te hacen mucho más amables las pequeñas penalidades. Hasta la solidaridad parece que se ha instalado en la Javierada.
Aunque son tiempos difíciles porque la oferta de ocio actual es espectacular tendríamos que esforzarnos en reservar un “finde” de la primera quincena de marzo para participar en una de las fechas más señaladas del calendario navarro, la Javierada. Los que ya la conocen para que repitan y, los que nunca la han hecho, para que descubran una vivencia que no les va dejar indiferentes.
Francisco de Jaso y Azpilicueta, Francisco Javier, nacido en Javier en 1506, fue un joven que, teniéndolo todo, pues era de rico abolengo, deportista de élite, inteligente y formado, con una gran simpatía…, todo lo abandonó para cruzar tierras y mares para evangelizar el lejano Oriente. Por ello, en 1927 fue nombrado por el Papa Pío XI patrón universal de las misiones, junto con Sta. Teresita del Niño Jesús. Es para sentirse orgullosos.