Las nuevas izquierdas populistas y separatistas le han cogido mucha manía a las grandes infraestructuras de obras públicas, y le echan la culpa sobre todo al cemento que se utiliza en ellas ¡pero qué culpa tendrá el pobre cemento! Los avances tecnológicos que han tenido lugar en el S. XX superan a todos los que se habían producido hasta entonces en la humanidad. Son los avances que han cambiado nuestro planeta hacia unas cotas de desarrollo y de bienestar, especialmente en el primer mundo, nunca alcanzadas hasta ahora. Bien es cierto que hay grandes desigualdades entre regiones y países y esa es la gran asignatura pendiente que, siendo realistas, es difícil de superar, pero hay que seguir trabajando en ello.
Con cemento se construyen grandes infraestructuras de comunicación: carreteras y vías férreas; se construyen grandes obras hidráulicas: embalses y regadíos, puentes…, pero es que con cemento también se construyen colegios y universidades, hospitales y residencias, polideportivos y parques… y, por qué no, edificios de casas y fabriles. Casi nada escapa al cemento, sin olvidar el gran nº de puestos de trabajo que genera. Todo ello hace que los países sean más desarrollados y más prósperos, y puedan ser más justos y solidarios. Porque las infraestructuras una vez construidas las utilizamos todos, tanto los que están a favor como los que están en contra, los de izquierdas como los de derechas.
Pues ni por esas. Sigue habiendo colectivos y partidos de la nueva izquierda populista y nacionalista empeñados en anatemizar al cemento. Si al menos fueran honestos y leales a sus principios, se negarían a beneficiarse del uso de estas infraestructuras una vez construidas. En Navarra, por ejemplo, se han opuesto de manera férrea y violenta a la construcción de la autovía del Norte Pamplona-San Sebastián, a la construcción del pantano de Itóiz, al recrecimiento del de Yesa… Ahora se oponen al Canal de Navarra y al AVE navarro Sin embargo, disfrutan como los que más yendo a Donosti por la autovía, se benefician del agua de boca y de riego de Itóiz, viajarán encantados en el nuevo AVE cuando se construya. La hipocresía campa a sus anchas en estos colectivos populistas y separatistas, nos tienen acostumbrados.
La sociedad navarra sensata tiene que vivir con esta lacra, pero tiene que seguir firme en su empeño por no perder el tren del progreso y de la modernidad. Cuando formas parte de un ente geográfico, económico y social como la Unión Europea, no queda más remedio que seguir la estela del desarrollo de los países más avanzados, para no perder el compás del buen posicionamiento en la región con mejor calidad de vida global del planeta y así conseguir una sociedad más rica, más justa y más solidaria.