Miguel Delibes, el Hereje y el arzobispo Bartolomé de Carranza de Miranda de Arga

Miguel Delibes, el Hereje y el arzobispo Bartolomé de Carranza de Miranda de Arga

Aprovechamos la Feria del Libro que se celebra estos días en Pamplona para recomendar a los lectores navarros una lectura sosegada de una de las obras cumbres de la extensa y rica carrera literaria del desaparecido escritor vallisoletano Miguel Delibes: su apasionante novela El hereje, uno de cuyos protagonistas secundarios es el arzobispo navarro Bartolomé de Carranza, protagonista del célebre proceso inquisitorial conocido entre los historiadores como El proceso de Carranza.

Fray Bartolomé de Carranza nació en 1503 en Miranda de Arga. El futuro fraile dominico perdió a su madre con sólo 11 años y su tío, profesor de la Universidad de Alcalá, se ocupó de la educación de un pequeño Bartolomé que ya había dado sobradas muestras de sus capacidades para el estudio. Con tan sólo 30 años, Fray Bartolomé de Carranza llegó a ser Regente Mayor del Colegio de San Gregorio de Valladolid, el centro de estudio de mayor prestigio de los dominicos en España.

Su etapa como teólogo imperial comenzó cuando Carlos V le llamó a participar en el Concilio de Trento. La fama del ya conocido como Mirandesis, el mirandés, se extendió por toda Europa. Felipe II requirió personalmente que formara parte de su séquito para su boda con la reina María Tudor, la hija de Enrique VIII y Catalina, y colaboró con celo y dureza en el intento de la reina María de restablecer de nuevo el catolicismo en Inglaterra. Después de un periodo en Flandes, Fray Bartolomé fue consagrado arzobispo de Toledo en 1558.

Precisamente la silla arzobispal de Toledo fue el comienzo su caída en desgracia por celos y envidias, ya que era la más importante por rentas e influencias después de Roma. De nada le valió haber desempeñado de manera implacable el cargo de Consultor de la Inquisición con la censura de decenas de libros sospechosos de herejía. Sus famosos Comentarios al catolicismo cristiano fueron considerados sospechosos y se desencadenó un complejo y larguísimo proceso inquisitorial en el que participaron nada más y nada menos que tres Papas. Carranza murió dieciocho días después de publicarse la sentencia absolutoria.

El arzobispo Mirandesis fue un personaje típico de la Europa del siglo XVI, con las glorias y miserias de tantos contemporáneos suyos.

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