El fin de semana pasado anduvieron por Pamplona las gentes del PNV. Estuvieron muy ocupados eligiendo presidente (el mismo que tenían y por aclamación), y a los miembros de la dirección (todos ellos de impecable apellido euskérico, reflejando la rica pluralidad de la sociedad vasca). Aprovecharon también la ocasión para arropar a la presidenta de todos los navarros, y en general para dar cierto lustre tricolor al primer año triunfal. Colgaron una ikurriña gigantesca de la azotea de Baluarte, cosa que no ha de extrañar, y hubo discursos y ovaciones.
En su alocución, el fino analista y exquisito demócrata que es Andoni Ortuzar dejó caer una frase que debería ser motivo de preocupación, y sobre la que no estaría de más que alguien pidiera explicaciones. Andoni Ortuzar dijo que “En Navarra estamos ganando el tiempo perdido. Estamos otra vez poniendo a Navarra en el camino correcto”.
Que al señor Ortuzar le alegre recibir la “makila” o bastón que le acredita como sucesor de Sabino Arana es una cosa. Otra muy distinta es que se arrogue la autoridad de minusvalorar lo que Navarra ha sido y ha hecho, o lo que muchos navarros consideramos que se puede hacer todavía desde instancias políticas distintas al nacionalismo.
¿Cree de verdad el señor Ortuzar que Navarra ha estado perdiendo el tiempo hasta el advenimiento de su compañera Barkos? Se puede estar más o menos de acuerdo con los partidos que han gobernado antes de esta época luminosa del barkismo. Puede parecerle a uno que UPN, PSN, PP y CDN, en lo que a cada uno tocaba, pudieron hacerlo mejor. Pero es de justicia reconocer que, en conjunto, la sociedad navarra ha mejorado, y que el resultado del trabajo de los ciudadanos y de sus dirigentes ha sido el progreso y la mejora de la comunidad.
¿Cree Ortuzar que es de recibo presentarse en Navarra y afirmar que sus ciudadanos han equivocado el camino como ovejas descarriadas? Debería reflexionar sobre el hecho de que todos los gobiernos habidos en Navarra, incluido este último cuyas salvíficas virtudes disfrutamos, son el resultado de la voluntad de sus ciudadanos, libremente expresada en las urnas y modelada después mediante pactos postelectorales. Exactamente lo mismo que los gobiernos que ha habido en Euskadi. El camino por el que ha transitado Navarra ha sido el que sus ciudadanos han decidido, y aunque solo fuera por esto, Ortuzar debería gastar algo más de tiento y algo menos de prepotencia. Salvo que piense que en el PNV se sustancian algunas virtudes mesiánicas que a los demás se nos escapan.
El discurso de Ortuzar en Pamplona constituye un serio toque de atención a los navarros. Es indefendible desde el punto de vista político, por todo lo expuesto anteriormente. Pero hay algo mucho peor. Cuando uno considera que solo hay un camino correcto, invalida cualquier intento de explorar o recorrer vías alternativas. De ahí a deslegitimar a quienes intentan hacerlo va solo un paso. Otro paso más y habremos llegado a considerar que los disidentes y descarriados de la línea oficial deben ser reconducidos a la recta vía. ¿Qué harán los “ortuzares” cuando esto se plantee? ¿Qué tienen pensado para llevarnos, dóciles, por el buen camino? Mi planteamiento es de valor general. No es una pulsión que afecte exclusivamente a los nacionalistas vascos o no vascos. Bien es cierto que por sus características mesiánicas el nacionalismo está más expuesto a comportarse así, pero las ansias de exclusividad son universales en política. Universales y peligrosas.
No quiero dejar pasar la ocasión de referirme al papelón de la presidenta Barkos. Estoy casi convencido de que todo cuanto antecede ni se le ha pasado por la cabeza. Aun así, echa uno de menos un puntito de dignidad. A Barkos se le llena la boca con la expresión de que es “presidenta de todos los navarros”. Evidentemente, en Sabin Etxea piensan (quizá con razón) que de lo que actúa es de zagala, con la inestimable misión de conducir al díscolo rebaño foral al corral de la Nación Vasca. Es raro que, además de una makila para Ortuzar, no haya habido un cayado para Barkos.
Alfredo Arizmendi
Médico y miembro de Sociedad Civil Navarra