Pablo Sarasate o la pasión por el violín

Pablo Sarasate o la pasión por el violín

Martín Melitón Sarasate y Navascués vino al mundo el día de san Melitón, el 10 de marzo de 1844. Su padre, Miguel, era el director de la banda del Regimiento de España, por lo que el niño Martín vivió una infancia marcada por los traslados de la familia. Sus primeros coqueteos con la música tuvieron lugar en la trastienda de un comercio en Compostela y con sólo cinco años se hizo muy popular entre los oficiales tocando el violín.

La condesa de Espoz y Mina, impresionada por el talento del joven Sarasate, le concedió una pensión anual de 2.0000 reales para sus estudios en Madrid. Una segunda asignación de la reina Isabel II le permitió trasladarse a París. Allí Sarasate se introdujo definitivamente en los ambientes musicales europeos de la época y trabó amistades con músicos y compositores de la talla de Rossini, Edouard Lalo y Louis Diémer.

Poco a poco el joven Sarasate se fue labrando una exitosa carrera musical, tocando en las Cortes de toda Europa y recorriendo el mundo de punta a punta: Estados Unidos, Rusia, Brasil, Perú, Chile, Holanda, Alemania, Portugal, Dinamarca, etc. La fama de Sarasate era ya universal a la altura de 1880, fecha de su primera gira por España. Se cuenta como anécdota que tuvo que salir a recibir los aplausos del público en veinte ocasiones tras finalizar uno de sus conciertos.

Se desconoce la razón del cambio de su nombre, pero sabemos que Sarasate era un hombre coqueto y presumido, que teñía su espeso bigote, calzaba zapatos de tacón alto y siempre tocaba de memoria, ya que nunca usaba en el escenario sus gafas pese a padecer una fuerte miopía. Era distraído y bromista, sabía cómo ganarse al público y aunque se convirtió en el músico mejor pagado de su época, siempre fue generoso y participó en numerosos conciertos benéficos.

Los problemas bronquiales deterioraron su salud hasta obligarle a suspender sus últimas giras. El 20 de septiembre de 1908 falleció en su casa de Biarritz y legó sus dos stradivarius de 1724 y 1713 a los Conservatorios de París y Madrid. Con su muerte desaparecía uno de los músicos navarros más universales.

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