Desde que aparecieron por las bocacalles menos iluminadas de la política española, las gentes de Podemos han presumido de muchas cosas. De espontaneidad, de conexión con “la gente”, de sonrisas, de alegría… y de limpieza en las cuentas. Muchísima. Tanta, que Iglesias llegó a afirmar que tenían “los bolsillos transparentes”. Muchos se lo creyeron. ¿Cómo no creerles?. Los españoles llevábamos demasiado tiempo recibiendo noticias sobre las prácticas corruptas de los partidos y de algunos de sus miembros. No hablo de meses, ni de años. Hablo de décadas. La sentencia del caso Filesa cumplirá veinte años en 2017, aunque los hechos se remonten todavía una década más. Y mirando todavía más lejos, asoma el caso Flick.
Habrá quien no recuerde el caso Flick, y habrá quien nunca lo haya oído citar. En resumidas cuentas consistió en una inyección de fondos, procedentes del industrial alemán Friedrich Karl Flick, que fueron a parar a las arcas del PSOE. Las entregas fueron canalizadas por una fundación, la Friedrich Ebert. Esta fundación, asociada a la socialdemocracia alemana, abrió delegación en Madrid en 1976. Dirigía esta oficina Dieter Koniecki., que recibió la Gran Cruz al Mérito Civil en 1984, entre otras cosas por haber contribuido al establecimiento en España de un gran partido socialdemócrata de estilo europeo. En 1985 la comisión parlamentaria encargada de investigar el asunto interrogó a un colaborador del industrial Flick. Su respuesta a la pregunta de por qué se financió al PSOE fue: “Tratábamos de cerrar el paso al comunismo y el partido idóneo era el PSOE”. En el fondo, una intervención extranjera en los asuntos españoles, con la infalible munición de los billetes. El PSOE pasó casi de la insignificancia a sacar 202 diputados, y el caso Flick se cerró con una lapidaria frase de González: ““No he recibido ni un duro, ni una peseta, ni de Flick ni de Flock”
¿Qué tiene que ver esta historia de principios de la transición con Podemos? En el fondo, muchísimo más de lo que parece. De momento Podemos ha convencido a muchos de que vive poco menos que del aire. Incluso organizaron campañas de “crowdfunding”, algo parecido a pasar la gorra en versión moderna. Lo cierto es que alumbrar una organización política conlleva gastos sustanciosos, y los comienzos siempre son difíciles. Salvo que, como al PSOE del caso Flick, le salga a uno un generoso donante. Este parece haber sido el caso de Podemos. Hagamos memoria.
En 2007 Pablo Iglesias coordinó la publicación de un libro sobre movimientos sociales en Bolivia, en el que expresaba la necesidad de “indianizar a la izquierda radical europea a través de lenguajes comunes, como dispositivo estratégico de lucha global”. En la quinta línea del prefacio de dicho libro se habla de la pertenencia de los coordinadores a la fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales). En aquel momento la fundación no estaba adscrita a partido alguno, y se dedicaba a realizar labores de asesoría a gobiernos “progresistas”. Asesoría, fundación… ¿les suena la letra?
Hace unos días se conoció la existencia de un interesante documento oficial venezolano, firmado por el Ministro de Finanzas allá por 2008. El documento compromete la inyección de 7 millones de dólares, y dice «según lo acordado en el consejo de ministros, el apoyo económico para la Fundación CEPS permitirá estrechar compromisos con reconocidos representantes de las escuelas de pensamiento de izquierdas, fundamentalmente anticapitalistas, que en España puedan crear consensos de fuerzas políticas y movimientos sociales, propiciando cambios políticos afines al gobierno bolivariano».
Siete millones de dólares a los espontáneos, honrados, transparentes y alegres muchachos de Podemos. El objetivo, como en el caso Flick, intervenir en la política española. En el caso de Podemos, además, para importar el modelo chavista, que en Venezuela tiene a la oposición política acogotada o en la cárcel, y a la población desabastecida de lo más necesario. Importar a España dictadura y pobreza. Aunque nos la quieran revestir de “democracia popular” y “anticapitalismo”.
Podemos se ha presentado ante la sociedad con unos ropajes que no le corresponden. Se comportan, como hemos visto, igual que esa casta a la que pretenden barrer. Sus cuentas distan de ser lo limpias que ellos dicen. La espontaneidad no se ve por ninguna parte. La alegría es de quita y pon. Y en cuanto a la democracia y la libertad, poco hay que decir cuando se convierte en héroes a personajes como el atrabiliario concejal de Jaén.
No les quepa duda: debajo de esos ropajes prestados, el vistoso emperador de la política española está desnudo. Completamente desnudo.
Alfredo Arizmendi
Médico y miembro de Sociedad Civil Navarra