Marzo de 2007, las ventas de nuevas viviendas caen un 28% en Estados Unidos. El primer constructor del país DR Horton anunciaba grandes pérdidas. Se iniciaba la crisis de las hipotecas sub-prime. Pasaría año y medio con sucesivas caídas de las fichas del dominó financiero hasta el 15 de septiembre de 2008 cuando el primer banco de inversión, Lehman Brothers se declaró en bancarrota. Era el lunes negro. Se abría la mayor recesión económica mundial desde 1929. La explosión de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos arrastró a sectores inmobiliarios de todo el mundo y con gran estrépito, al de España.
En ese intervalo de gestación de la crisis mundial España celebra las elecciones generales el 9 de marzo de 2008, pero la precampaña se había iniciado ya en octubre del año anterior. Llevábamos ya un año desde el primer aviso pero aquello pareció inquietar más bien poco a nuestros políticos. El candidato socialista, Rodríguez Zapatero prometió subir las pensiones, el salario mínimo hasta 800 euros, y una devolución de 400 euros a cada contribuyente que hubiera realizado la declaración de la renta. De medidas anticrisis, nada de nada. Decía que la economía española jugaba en la Champions League mundial.
¿No vieron o no quisieron ver lo que se nos venía encima?
El que fuera gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, declaró hace dos años que habían sido pocos, entre ellos él, los que avisaron de la burbuja inmobiliaria antes de su explosión. Él lo hizo en un informe de 2003. En julio de 2006 fue nombrado gobernador y el informe pasó a dormir en el cajón de los olvidos.
Ya habían pasado las elecciones y todavía en junio de 2008 el ministro Pedro Solbes seguía negando la crisis. Cuatro años después reconoció que había mentido porque no quiso decir en público que venía una recesión “para no crear alarma ni más inquietud.” Por entonces todos los medios hablaban de crisis. Era tan evidente que el propio Rodríguez Zapatero tuvo que utilizar la palabra en unas declaraciones a Antena 3: “Crisis, como ustedes quieren que diga”. En junio de 2008 Rodríguez Zapatero anuncia un plan de austeridad para ahorrar ¡250 millones de euros!
El resto ya es conocido: derrumbe de los mercados financieros en octubre y Plan de Activación Económica en noviembre con 11.000 millones de euros, de los que 8.000 se destinan al Plan E, de gastos en pequeñas obras públicas municipales. Zapatero sacó de la lámpara maravillosa el viejo genio keynesiano de cavar agujeros y volverlos a tapar para dar empleo y sueldo público que reactivase la demanda. Ni que decir tiene que el objetivo de crear 300.000 empleos no se cumplió ni de lejos. En 2012 el Tribunal de Cuentas dijo que el Plan E “apenas abordó nuevos proyectos ni se crearon empleos.” La mitad de los proyectos, dijo el Tribunal, se adjudicaron sin publicidad y de forma directa.
Aquella ciega obsesión por negar lo evidente hizo que en mayo de 2009 el Gobierno hablara del nacimiento de brotes verdes en la economía. Por lo visto los calores del verano los agostaron. En abril de 2010 la prima de riesgo de nuestro país alcanzaba los 400 puntos básicos.
Sólo cuando Europa las exigió, se empezaron a tomar medidas contundentes: el recorte del gasto social y la reforma laboral de 2010, la reforma de las pensiones y finalmente la reforma de la Constitución para cumplir con una exigencia de la Unión Europea de no superar el techo de déficit. En 2011 nació el 15-M, el germen de Podemos. En noviembre de 2011 el PSOE perdió el Gobierno que pasó a presidir Mariano Rajoy con mayoría absoluta. Ello no evitó el rescate de las Cajas de Ahorro, en 2012. A partir de ahí los recortes, el rescate de las comunidades autónomas, las reformas estructurales y las políticas de austeridad con la correspondiente conflictividad social.
La crisis del euro obligó al Banco Central Europeo a aplicar medidas de expansión monetaria y bajos tipos de interés que evitaron que la crisis de Grecia se extendiera a España, Portugal e Irlanda arrastrando a toda la Unión Europea. En 2013 el desempleo alcanzó máximos: el 27 por ciento de la población activa. El paro disminuye en 2014 y España empieza a salir de la recesión con un crecimiento del PIB del 1,4. Empezamos a ver la luz al final del túnel. Ello no evita el castigo de los electores a los partidos mayoritarios en 2015 poniendo fin al bipartidismo.
Hasta aquí la historia. En 2019, ¿volveremos a repetir los mismos errores?
José Ramón Ganuza
Miembro de Sociedad Civil Navarra