Un reglamento vacío e inapropiado

Un reglamento vacío e inapropiado

Los aficionados navarros están soliviantados ante el borrador del nuevo reglamento taurino de Navarra y no les les falta razón pues está lleno, dentro de su vacuidad, de desatinos. Habría que preguntarse si es necesario un nuevo reglamento. Si se hace un nuevo reglamento no se puede tirar por la borda la experiencia y el contenido de la reglamentación taurina de más de dos siglos, especialmente, lo acaecido en el siglo pasado donde hubo hasta tres reglamentos nacionales (años 1930, 1962 y 1996) y varios autonómicos, uno de ellos, el de Navarra (1992). El problema de cualquier reglamento no es su contenido, es su cumplimiento, pues a menudo se saltan las exigencias que le dan autenticidad y legalidad.

Los reglamentos taurinos tienen que proteger al toro y a los espectadores. Al toro porque sólo sabe luchar, por eso los ganaderos le seleccionan para superar el trance del festejo, sea en la plaza o en la calle. A los espectadores porque son los que con el pago de las entradas sostienen la Fiesta, pasan por taquilla pero exigen a cambio un espectáculo íntegro y auténtico.

En el borrador de reglamento no se habla de la presentación y del trapío de las reses y lo que es más grave, se permite el afeitado de los toros siempre que se anuncie en los carteles (art. 16) pero, ¿quién va a acudir a una corrida con toros afeitados? El afeitado supone un quebranto físico y emocional a los animales de difícil parangón.

Se pretende también devolver a los corrales a los toros que no hayan muerto transcurridos 5 min. desde la 1a entrada a matar ó 7 en el caso de rejones (arts. 31 y 33). No se sabe a quién se quiere favorecer con esta medida, al toro desde luego no. Encerrar en un corral al toro malherido hasta matarlo de un disparo mientras se le enfrían el ánimo y las heridas es un sufrimiento totalmente injusto para el animal. Parece que el legislador lo que pretende es hacer un guiño al movimiento animalista.

El nuevo reglamento taurino navarro le da un protagonismo excesivo al empresario, pues le hace responsable de la realización del festejo. Deja en sus manos la existencia o no de presidencia y asesores, aunque le obliga a nombrar un director técnico del espectáculo. Puede contratar toros, toreros y cuadrillas como le parezca, pues nada está reglamentado.

La posible ausencia de presidencia pone en peligro la supervivencia de la Fiesta, porque en el borrador hay un vacío general sobre el ordenamiento del espectáculo, la liturgia de la lidia. A ello hay que añadir la salvaguarda del orden público del que también es responsable el presidente.

Este posible reglamento está tan vacío de contenido que las fiestas de toros en Navarra van a tener que echar mano para su celebración de la legislación existente y así se reconoce, por ejemplo, en el art. 27.4 donde se dice que las “puyas, banderillas, rejones, petos… que vayan a utilizar- se en la lidia deberán ajustarse a las características establecidas en alguna de las reglamentaciones taurinas aplicables en distintas CC.AA.”. Y no solo en este aspecto concreto sino en muchos de los que jalonan el ordenamiento de la lidia, este quizá sea el mayor de los despropósitos del reglamento (desaparece el sorteo de los toros, la composición de las cuadrillas, los trofeos…).

Pero este reglamento va a suponer un estoconazo en todo lo alto a los festejos populares en Navarra, pues les somete a unas exigencias de difícil cumplimiento para las localidades pequeñas, como son: un delegado de la administración, que recaerá en un miembro de la Policía Foral; un director técnico, que se responsabilice del normal desarrollo del festejo; un profesional taurino con conocimientos de tauromaquia acompañado de, por lo menos, 10 voluntarios; un plan de seguridad del espectáculo aprobado por la administración…, así como la casi imposibilidad de organizar nuevos festejos allí donde no haya tradición reconocida. Hay que añadir las exigencias de vallados, servicios médicos -y veterinarios-, ambulancias…, todo ello en aras de la seguridad, que se ha convertido en la palabra refugio de la administración. Se pone difícil la continuidad de bastantes festejos de este tipo en Navarra.

Del análisis del borrador de reglamento parece desprenderse las ganas de la administración de sacudirse de encima la responsabilidad en la actuación en los festejos taurinos, posiblemente, por los problemas de seguridad que se presentan en ellos.

También sobrevuela sobre el reglamento las ganas de autorregulación y liberalización de la fiesta. Para lo primero se suele mirar al modelo francés, aunque este modelo no tiene nada que ver con lo que aquí se propone, ya que allí se les da mucho peso a los aficionados. Al hablar de liberalización se mira al fútbol, donde la esencia y la organización tampoco tienen nada que ver con las de la tauromaquia.

No se sabe quiénes son los responsables de la redacción del borrador pero, o no conocen la tauromaquia, o les importa muy poco el futuro de la misma. Hay quien piensa que detrás está el movimiento animalista, no sería de extrañar. Otros opinan que es un banco de pruebas para futuros reglamentos en España. Lo más sensato es que este borrador se guarde en un cajón y, si algún día se necesita uno nuevo, hágase mejorándose los anteriores que tienen mucho y buen contenido.

La aprobación de este reglamento colocaría a la Navarra taurina en una isla en medio de la tauromaquia española.

Antonio Purroy Unanua es ingeniero Agrónomo y miembro de Sociedad Civil Navarra

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