Segunda carta a mi amigo socialista

Segunda carta a mi amigo socialista

Querido amigo. Vuelvo a escribirte, con cierta tristeza, al comprobar cómo vais dando pasos en el camino, sin retorno, del pacto con nacionalistas y populistas. Queda todavía la incógnita de la decisión que finalmente adopte Bildu sobre la investidura de Chivite, pero las palabras de Otegi diciendo que el mejor Gobierno es el de Sánchez con Iglesias dejan pocas dudas al respecto.

Resulta poco creíble ese movimiento de tu secretaria general, amagando negociar con Navarra Suma. Más parece que intenta cubrirse ante una posible repetición de elecciones generales. Porque la idea de que Navarra Suma se sienta cómoda con el preacuerdo de Gobierno que habéis firmado me resulta delirante.

Un preacuerdo que, con el argumento de mejorar la enseñanza pública, siempre loable, ataca a la concertada recortando convenios y marcando límites y condiciones a un modelo que en Navarra está obteniendo las mejores calificaciones de evaluadores externos.

Un pacto que sugiere sorpresas en materia identitaria. Expresa una voluntad genérica de impulsar “un amplio acuerdo social y político en torno al euskera”. Una música que suena bien. Pero hace sospechar que debajo de ese brillante cubre-platos, que presenta el chef a los comensales, puede haber cualquier cosa, incluso acuerdos bajo mesa. No es posible que solo con juegos florales y parafernalia, Chivite vaya a conseguir la abstención de Bildu. No creo que los acosadores de la calle Curia se conformen con tan poco.

Para politólogos expertos queda la interpretación del “acuerdo sobre los desacuerdos”, por ejemplo sobre el Tren de Alta Velocidad. ¿Es algo así como decir a Podemos: no me reproches que busque otros socios políticos para sacar adelante el AVE porque ya lo sabías cuando me hiciste presidenta?

No parece que sea esa la interpretación de Uxue Barcos cuando señala que la apelación de Chivite a Navarra Suma para que se abstenga, “no ayuda a ir tejiendo la confianza necesaria para seguir llegando a acuerdos”. La todavía presidenta en funciones no os va a dejar que juguéis a dos bandas. Os quiere para ella sola. Si no fuera así perdería su justificación ante Bildu y su capacidad de influir políticamente. Barkos necesita a Bildu para tener un papel en esta representación. El matrimonio tiene sus reglas y aguanta mal las infidelidades.

Pero lo que resulta clarificador de la reacción de Uxue Barcos es la constatación de que el preacuerdo de Gobierno no está concluido. El contenido real que hay bajo el cubreplatos está a medio cocinar. La cocina navarra funciona con las mismas trabas que la de Pedro Sánchez y es que a estas alturas los socialistas deberíais saber de las dificultades de cuadrar los círculos.

Me dices, querido amigo, que un pacto constitucionalista dejaría todo el campo de la oposición al nacionalismo y al populismo y que eso no es bueno ni para Navarra ni para el Partido Socialista.

Con todo el respeto, discrepo. En Navarra tenemos ejemplos, en nuestra historia democrática de gobiernos sin nacionalistas. Fueron etapas de desarrollo económico y social. Recuerda las trabas que debieron superarse para la construcción de Itoiz y del Canal de Navarra, la Autovía del Norte y la del Camino. ¿Recuerdas de dónde venía la oposición a estas obras que se han demostrados vitales en el crecimiento de Navarra? De los que ahora dicen defender su progreso. A estas alturas ya eres consciente de quien se opone al Tren de Alta Velocidad.

Y dices que un pacto con Navarra Suma sería perjudicial para el Partido Socialista. Tengo mis dudas. Se asegura que tu partido tiene dos almas, una más vasquista y otra más navarrista, pero eso será un problema del Partido Socialista, no de los navarros. Seréis los socialistas los que tendréis que resolver este principio de esquizofrenia que os impide representar una alternativa netamente socialdemócrata en Navarra. Porque, no te engañes, ni el nacionalismo ni el neo-comunismo de Podemos son progresistas. Europa ha progresado en el debate enriquecedor entre liberalismo económico y socialdemocracia que se plasma en acuerdos políticos y pactos sociales generadores de paz laboral y prosperidad económica. La crisis de 2008 ha puesto en cuestión este modelo, pero no por ello hay que renunciar a él con peligrosos giros a la izquierda de la mano de Podemos o con la búsqueda de matrimonios de conveniencia con los nacionalistas e independentistas que terminan siempre en divorcios muy costosos. Mira Cataluña.

José Ramón Ganuza Miembro de Sociedad Civil Navarra

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