El sentido común acostumbra a ser una buena brújula para el ciudadano de la calle. Aquellos que no tenemos una formación técnica en ingeniería o en economía, sí que tenemos ojos para leer, oídos para escuchar y, sobre todo, un modesto cerebro para razonar. “Se impone la racionalidad “, afirmaba recientemente la presidenta del Gobierno de Navarra y presidenta de Geroa Bai, Uxue Barkos, para justificar el polémico y sorprendente resultado final de la reunión del vicepresidente Ayerdi con el ministro de Fomento sobre el modelo ferroviario de la Comunidad Foral. El titular, rotundo y perfectamente estudiado, respondía también a esa notable y recurrente afición de nuestra presidenta por hablar ex cathedra, es decir, desde la silla, en referencia a la silla de San Pedro, usada por los papas para hablar de modo infalible y sentar doctrina, una tendencia muy marcada en nuestra presidenta.
¿Racionalidad? Para empezar, llama mucho la atención que Uxue Barkos utilice este argumento cuando el Gobierno del PNV en el País Vasco no ha compartido este mismo criterio durante el proceso de gestación, negociación y consolidación de la Y vasca: una nueva plataforma sobre la que se instalará una doble vía de ancho internacional para tráfico mixto -que permita los trenes de pasajeros y de mercancías- y que estará en funcionamiento en menos de cinco años. Es decir, ni tercer hilo ni mejoras de la vía convencional ni nada parecido: un nuevo trazado y una nueva plataforma con largos túneles y espectaculares viaductos. Tampoco parece que el PP haya planteado allí otras alternativas racionales al actual modelo ferroviario, ya en plena construcción con futuras estaciones soterradas en Bilbao y Vitoria y una nueva estación intermodal en San Sebastián.
La sorpresa y la incredulidad por la explicación de la presidenta Barkos aumenta cuando se consulta la web oficial del Gobierno Vasco para la Y vasca. Bajo el epígrafe de la aportación a la sociedad vasca de la nueva infraestructura, se afirma que la creación de la nueva red ferroviaria vasca supondrá “un incremento anual del 1,30% del PIB. Se crearán casi 7.000 puestos de trabajo directos y 3.000 indirectos”.
Además, se ofrecen datos abrumadores sobre los beneficios medioambientales y sociales: “ahorro de 27.000 litros diarios de combustibles fósiles; beneficio anual de 420 millones de euros por la disminución de accidentes, descongestión de carreteras, ahorro de tiempo, menos emisiones contaminantes”, etc. De acuerdo con la citada web oficial, la Y vasca conectará San Sebastián con París en cinco horas; Bilbao y Burdeos en dos horas y se tardará menos de dos horas en llegar a Madrid desde Vitoria. Respecto al tráfico pesado, los técnicos del Gobierno Vasco sostienen que “más del 80% de las mercancías se transportan por carretera en el País Vasco” y calculan que “1.100 camiones dejarán de circular diariamente por la N-1 entre Irún y Vitoria-Gasteiz”. Por último, siempre según los especialistas del Gobierno Vasco, nada más y nada menos que 800.000 camiones al año dejarán de circular, en el plazo de 10-15 años, por las carreteras del País Vasco, ya que el ferrocarril absorberá un incremento del 400% en el transporte de bienes.
Otra frase llamativa con la que nos ilustró la presidenta Barkos fue la consideración del futuro modelo ferroviario de Navarra como un “modelo de altas prestaciones que atienda también con velocidades altas, 220 km/h para pasajeros y 150 para mercancías, que es el modelo que, en defensa general del conjunto de la sociedad, se está imponiendo como racionalidad en toda Europa”. Sin ser técnicos ni ingenieros especialistas en obra pública, una vez más la brújula del sentido común nos puede llevar a intuir que una accidentada orografía puede ser el mayor condicionante y no esa grandilocuente “defensa general del conjunto de la sociedad”. Nada más y nada menos que el 60% de la nueva plataforma de la Y vasca discurrirá por túneles y un 13% por viaductos, así que sus velocidades serán menores (230-250 km/h). La intuición nos puede llevar a pensar en un notable y racional incremento del presupuesto de la obra por las singulares condiciones orográficas de Euskadi, mucho más complicadas que las de la Comunidad Foral de Navarra.
En definitiva, el tren de la razón de Uxue Barkos descarrila por todas partes y provoca numerosos interrogantes. ¿Qué se esconde detrás de la evidente falta de voluntad política de Geroa Bai / Uxue Barkos para que Navarra no tenga un modelo ferroviario del siglo XXI? ¿Por qué su estrategia ha sido completamente diferente a la del PNV en Euskadi, y adopta esta conformista y sumisa actitud con el Gobierno del PP, ávido de suculentos ahorros?
El Tren de Alta Velocidad, una de las infraestructuras punteras y con contrastados beneficios económicos, medioambientales y sociales, no sólo en España sino también fuera de nuestras fronteras, puede quedar enterrado para siempre, bien por la incapacidad e incompetencia negociadora del actual Gobierno Foral o bien por una estrategia política perfectamente calculada en la carrera de fondo del nacionalismo vasco de Navarra hacia su Arcadia soñada.
Elena Sola Zufía,
licenciada en Filosofía y Letras y miembro de Sociedad Civil Navarra