Hoy día 3 de diciembre Navarra celebra su gran día, porque este mismo día de 1552 moría Francisco de Javier, el gran santo universal navarro, en la isla de Sancián, a las puertas de China. Tenía 46 años pues había nacido el 7 de abril de 1506 en el castillo de Javier, en el seno de una familia noble e influyente: su padre fue presidente del Real Consejo de Navarra.
Con solo diez años, en 1512, vivió la ocupación de las tropas castellano-aragonesas comandadas por el Duque de Alba, con la desposesión del trono a los últimos reyes privativos de Navarra, Juan de Albret y Catalina de Foix. Durante casi tres años, Navarra permaneció como reino independiente, pero unos meses antes de morir el rey Fernando el Católico, el 7 de julio de 1515, Navarra quedó incorporada a la Corona de Castilla, perdiendo así su condición de reino independiente y pasando a ser reino separado. Al año siguiente su hijo Carlos I de España y V de Alemania juró los fueros y añadió la cláusula de que Navarra quedase como “reino de por sí”. Este juramento lo repitieron todos los monarcas españoles posteriores hasta Fernando VII, quien lo hizo en 1817.
Durante todo este tiempo Navarra conservó sus instituciones y su derecho. A partir de 1841 y como consecuencia de la Ley Paccionada, Navarra perdió su condición de reino y pasó a ser una provincia con Diputación Provincial. La Ley de Amejoramiento del Fuero (1982) recoge en su artículo primero la calificación oficial de Navarra como Comunidad Foral: “Navarra constituye una Comunidad Foral con régimen, autonomía e instituciones propias, indivisible, integrada en la Nación española y solidaria con todos sus pueblos”. Esta definición debería estar presente en la mente de todos los navarros y choca frontalmente con la Transitoria 4ª de la Constitución del 78, que describe el recorrido legal hacia una hipotética unión a la Comunidad Autónoma Vasca. Esta transitoria pudo tener alguna razón política en su momento, pero hoy no tiene ningún sentido mantenerla.
Pero volvamos a Francisco de Javier. Abrumado posiblemente por el ambiente belicista de la época, en 1525 decide continuar sus estudios en la Universidad de la Sorbona de París. Allí conoce a Ignacio de Loyola, quien arrastraba una cojera desde que en 1521 fue herido cuando defendía Pamplona, como capitán de las tropas castellanas, del asedio de las tropas franco-navarras de la Baja Navarra de las que formaban parte los hermanos de Javier. Es conocida la frase que Iñigo de Loyola le lanza para ganarle para la causa jesuítica: “Javier, ¿de qué te sirve ganar el mundo si al final pierdes tu alma? Su casta de navarro noble le hizo entrar al trapo de la entrega solidaria. Ignacio, Javier y ocho jóvenes europeos entusiastas fundaron la Compañía de Jesús en 1540, la más numerosa de las órdenes religiosas masculinas católicas.
Javier consigue que el papa Paulo III le envíe a las Indias en 1541. Allí recorre un gran periplo que va desde el Cabo de Buena Esperanza hasta la India, Japón, Ceylán… Durante 10 años no se cansa de atender a enfermos y presos, predicar y bautizar “hasta que le duele el brazo”. Vaya ejemplo. Como murió en olor de santidad, el papa Gregorio XV le canonizó en 1622. En 1657 Alejandro VII declara copatronos de Navarra a San Francisco de Javier y San Fermín, dos claros signos de identidad navarra. Con muy buen criterio, el Parlamento de Navarra aprueba la ley foral 18/1985 en la que declara el 3 de diciembre como Día de Navarra.
La Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza decidió en 1949 que el 3 de diciembre se celebrara el Día Internacional del Euskera, hecho que fue institucionalizado por el propio gobierno vasco en 1995. Llama la atención que este día tenga que ser el del navarro más universal y no, por ejemplo, el 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola patrón de las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya. Tampoco se entiende que el Gobierno de Navarra actual tensione a la sociedad navarra forzando el aprendizaje del euskera y favoreciendo a aquellos que lo hablan en menoscabo de los que no lo hacen porque no han podido aprenderlo o no han querido.
La Navarra de hoy poco tiene que ver con la vivida por Francisco de Javier. En estas últimas décadas ha alcanzado unos niveles de progreso y desarrollo elevados, con el trabajo y el esfuerzo de todos. La búsqueda de la concordia, el respeto y la libertad son los ingredientes para mantener unida a la sociedad, una sociedad diversa y plural. No tiremos por la borda todo lo conseguido si queremos seguir siendo grandes y solidarios. ¡Feliz día de Navarra a todos!
Antonio Purroy. Dr. Ingeniero Agrónomo y miembro de Sociedad Civil Navarra