Si algo puede reprocharse a UPN y el PSN-PSOE en relación con el vascuence/euskara, las ikastolas y el modelo D, es el no haber sabido apropiarse como mérito las costosas medidas tomadas a favor de todo eso, y no el haber “perseguido al euskera”, como les acusan a cada paso los partidos del cuatripartito. La importante recuperación y la extensión de la lengua vasca en Navarra se dieron con los Gobiernos de los dos partidos constitucionalistas. Por el contrario, como vamos a ver, difícilmente se puede hacer más daño al vascuence/euskara que lo que le está haciendo este llamado “Gobierno del cambio”, pero del cambio quizá no a mejor y hasta a peor, en este y otros casos.
Tras las muchas iniciativas tomadas por el Consejo de Europa desde su fundación en 1949 sobre el aprendizaje de lenguas, la Comunidad Europea aprobó en 1995 un documento titulado “El libro blanco. Enseñanza y aprendizaje. Hacia una sociedad del aprendizaje”. El dominio de tres idiomas comunitarios, viene a decir, es un objetivo prioritario y sugiere la enseñanza de materias curriculares en una lengua extranjera como vía para el logro de este objetivo, que es el plurilingüismo.
Si al vascuence/euskara se le hubiera exigido en los comienzos de su aprendizaje en Navarra las condiciones que hoy exigen al Programa de Aprendizaje del y en Inglés (PAI), implantado por vez primera en Navarra en el curso 1996-1997, apenas si hubiera resistido alguna que otra ikastola. Pero está claro: la enseñanza del y en inglés, prioritaria en todo el mundo, ha trastocado los planes de los que pensaban tomarla en serio para las ikastolas, eso sí, porque no podían menos, pero no en la enseñanza pública, donde querían seguir intentando poner al vascuence/euskara a la par que el castellano, lengua mayoritaria en la proporción de 9 a 1.
La lengua de los dos maestros navarros Echepare y Axular -por cierto, los dos “españolistas” en su tiempo- ha tenido la suerte de tener muy cerca el castellano (llamado español fuera de España), la segunda lengua del mundo por su extensión, ya que gracias al léxico castellano apropiado y hecho suyo ha podido sobrevivir entre lenguas habladas y escritas muy mayoritarias, igual que el inglés debe al latín la mayor parte de su vocabulario abstracto y culto, con el que ha podido sucederle como lengua franca y no sólo de Europa. Esto lo reconocerán pocos nacionalistas/independentistas vascos, pero es igual: las lenguas se entienden muy bien entre sí, saben apoyarse y ayudarse en cualquier momento, porque lo suyo es la comunicación entre los hombres, y no otra cosa, mientras lo propio de sectarios y fanáticos es el irrealismo, el egoísmo, la aversión y el odio, junto al totalitarismo de intentar hacer de la parte un todo, y de la secta toda una sociedad.
Al disparate de paralizar el PAI, se ha unido la injusticia del acceso de los enseñantes a las plazas de educación, donde el principio de igualdad, principio constitucional español y europeo, brilla por su ausencia, y cuando la igualdad no existe, quedan anulados los principios de capacidad y mérito. Por eso la mayoría de los sindicatos se ha opuesto tajantemente a tal despropósito.
Por si algo faltaba, la supresión por las bravas de dos escuelas infantiles de Pamplona en castellano, pioneras en avances pedagógicos, ha vuelto a sacar a la calle la oposición de docentes, padres y alumnos, enajenando la voluntad y el afecto de miles de ciudadanos, que aprendieron en los tiempos democráticos a respetar, a valorar y a amar la lengua vasca, como patrimonio común cultural.
Y es que el sectarismo, que casi siempre es ridículo, se extiende a todos los ámbitos. Esa manía de priorizar el vascuence/euskara en todos los sitios, y de todas las formas, siendo en casi todos la lengua minoritaria. O la de comenzar en vasco cualquier intervención hablada, cuando no lo entiende la inmensa mayoría de los presentes, exponiéndose a veces, cuando el auditorio es libre, al abucheo y a la rechifla… O la de borrar con furia salvaje por doquier los indicadores y señales en castellano, mostrando así un enfermizo complejo de inferioridad y una nula educación cívica…
Pésima cosa es fijar una lengua a una ideología determinada, y muchas veces mortal para esa lengua. En los primeros años de la España democrática, compartía yo con don Ángel Irigaray el lamento de que tantos confundieran el vascuence/euskara con el patrimonio de la banda terrorista ETA, cosa que sufríamos todos los días. Durante mucho tiempo, como sabemos, fue herencia y patrimonio, de forma habitual y cotidiana, de todos: carlistas, liberales, conservadores, y, después, nacionalistas vascos, autonomistas e independentistas. Su desaparición de zonas enteras no fue, al menos principalmente, efecto de persecuciones, como se dice interesadamente por ahí, sino sobre todo por las mismas causas que afectan a muchas lenguas minoritarias, que van siendo arrastradas por las nuevas condiciones de vida hacia su extinción; pensemos en las lenguas célticas u occitanas. Si la recuperación de nuestra lengua no es cosa de todos, no se recuperará jamás. Abrazada a la causa nacionalista/independentista vasca, tiene pocas posibilidades de vivir holgadamente, y aun de pervivir, aquí y en cualquier sitio.
Hacer, por otra parte, de una lengua fundamento exclusivo o semi exclusivo de una sociedad, que no sea aislada ni homogénea, es tan erróneo como hacerlo de una raza o de una religión, y no de un proyecto sugestivo de vida en común. Más sugestivo cuanto más rico y participativo.
Quiero evitar cualquier reproche particular, aunque sobren los motivos, que aquí aparecen todos los días. Sólo digo que dislates como los que vamos padeciendo de este Gobierno nacionalista/independentista vasco y autodeterminista, o la empecinada falta de corrección de los mismos, pueden justificar aquellas palabras de Axular, referidas entonces a la falta de libros en vascuence/euskara: “… eta baldin hala espada, euskaldunek berek dute falta eta ez euskarak”. (Y, si esto no es así, los mismos vascos son los que tienen la culpa de ello, y no el euskara).